martes, 18 de marzo de 2014

Un poema de largo aliento para dormir tranquilo

Lo mortal, de Jorge Pérez Escamilla. 
Imágenes de Jorge Santana. Mil ejemplares. 
Ciudad de México, 2013. 

Aquí lo mortal aparece como una secuencia de cuestionamientos que bajan la escalera ontológica para acceder a lo profundo de un corazón humano. Un corazón semántico y sometido a la teratología del lenguaje, en donde Pérez Escamilla traza con navajas, sobre un árbol, la historia de un mundo que va desangrándose en los frutos que caen y luego se pudren en la hoja, o en el pentagrama de la vida. “Este poema trata de eso, de su escritura. / del tiempo que tarda en ser escrito, / de su tiempo en mi vida. /  de su forma”.  Poema de largo aliento, y contrario a una muerte sin fin quema la nota suicida del que decide vivir para develar ese tronco escritural de la existencia, y lucha por desprenderse de un ensimismamiento contemporáneo y ajeno. Es una columna de ideas tratando de romper la tensión de los hados ficticios que hace tiempo devoraron al cielo y su lluvia, para volverse nubes de granito. “Porque hablar de poesía es invocarla en memoria /de todos mis hermanos muertos, /de las ruinas que conforman cualquier biografía”, afirma el poeta. El arte de cincelar la realidad tangible de lo escencial contrariamente a lo divino que aplasta a los desesperados por trascender su estado temporal, es un arte que apuesta por el diálogo; la mayeútica óntica, y sobre todo el auto-entendimiento crítico, en el cual es posible la construcción de un ser intelectual planteado a partir de emociones nuevas. 
       
  Andrés Cisneros de la Cruz

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